CARTA A DIOS

Hablar de dios es un tanto difícil dadas las diversas interpretaciones que existen en las personas respecto de él.

Y es cierto que los seres humanos, a diferencia de los animales, necesitamos creer en algo, tener fe en algo, confiar en algo. Sea divinidad, objeto o idea, porque eso es lo que nos motiva a esforzarnos día a día por difíciles que sean las situaciones que vivimos.

Sólo que la realidad nos dice que muchas veces se comercia con nuestra fe, se trafica con nuestras creencias, se saca provecho de nuestros temores a lo desconocido.

Y duele ver cómo quienes más padecen de esto son las personas humildes, seguramente porque ante la escasa formación, existe en ellos dificultad para explicarse muchos de los fenómenos cotidianos (esos que hoy la ciencia explica con fundamentos) y entonces todo se le atribuye a dios, todo se deja en manos de dios, incluso aquellas ideas arraigadas hasta hace pocos años acerca de que:

  • se tienen los hijos que dios manda,
  • cuando las cosas no andan bien en lo personal, lo familiar, lo laboral, lo afectivo, lo social, etc., se cree que se está recibiendo un castigo de dios por alguna falta cometida.

Sin embargo, como aquí y en China, debemos ser respetuosos de las creencias de las personas, estas líneas son sólo una invitación a analizar desde la óptica que se desee, este asunto de la fe religiosa tan arraigada en los pueblos de México, para no seguir siendo víctimas de esto que hoy se ha convertido en todo un fenómeno comercial que a algunos enriquece mientras a otros engaña.

Y quiero compartir con ustedes, amigos lectores, una poesía encontrada por la red que habla precisamente de este asunto. Ojalá su contenido no hiera las falsas conciencias ni ofenda a los buenos samaritanos, la intención es sólo conocer puntos de vista diversos sobre un mismo tema, finalmente la decisión está en cada uno.

Finalmente, como dicen que la fe mueve montañas, entonces tengamos fe, ya sea en dios o en cualquier cosa, pero creamos en algo para poder llegar a ser mejores en todos los sentidos.

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                   CARTA A DIOS

ENRIQUE CISNEROS

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Dios
Presente.

Dios… hace mucho que no te hablo
dios, hace mucho que no rezo,
más no te des por enfadado
ya que de niño aunque engañado,
te dedique mucho de mi tiempo.

Más ayer cuando vi a mi pueblo
ante tu altar de rodillas, suplicante,
ayer que lo vi con las piernas lastimadas
para llegar a ti cumpliéndote una manda,
ayer que lo vi pobre y macilento,
sin haber comido, pero a tus pies postrado…
…ayer me decidí a escribirte esta carta.

Te la pongo en papel para que no la eches al olvido,
como haces con las suplicas del pueblo.
Supongo que debes tener mucho trabajo
pues  son muchos los que gimen y se quejan;
pero por favor no la amueles
y dinos que no es cierto.

Señor… ¿de qué lado estás?
¿con los ricos? ¿o con nosotros?

Si deveras estás con nosotros
aclara que no recibes nada
de las limosnas de la iglesia,
denuncia que estas se usan para que los curas
aumenten sus barrigas,
y para que sigan viviendo en la opulencia,
para que sigan adornando sus casas… las iglesias.

Aclara que muchos de los que se dicen
representantes tuyos en la tierra

son mierda, de esa que no sirve ni para abono.

Que son seres humanos que comercian
y aprovechan tu nombre,
para vender bonos de salvación,
bonos guadalupanos que tú no has autorizado.

Aclara tu posición,
explica que no es cierto que tú eliges a los papas,
que no estás de acuerdo en que vivan como reyes
a costa del sudor de los humanos.

Dinos que son farsantes
y que aquél que en ellos crea,
por ti será condenado.

Haz un llamado mundial a subvertir el orden,
incítanos a los pobres a luchar
por lo que es nuestro.

Desmiente con hechos lo que dicen,
quesque eres socio del banco de comercio;
usa tu poder para difundir las ideas de los explotados,
esas que están siendo crucificadas por los ricos,
manifiéstate pues, del lado de nosotros.

Aclara que el infierno está en la tierra,
que eso del azufre son jaladas,
junto al olor de la casa del obrero.

Aclara que los perros de los ricos son perros
y no es justo que uno de ellos coma más
que toda una familia de pobres,

que esa injusticia existe no porque tu quieres,

sino porque hay aquí un infierno
creado por la explotación del hombre por el hombre.

Dinos que no es cierto

que haya que sufrir aquí
para ganar el cielo,

que al contrario,

que con lucha, con trabajo y con justicia,
tenemos que convertir la tierra en paraíso.

¡sí en paraíso… en una parte del cielo!

Cuando hagas esto volveré a creer en ti
porque hora,

discúlpame

pero ya no te creo.