Los seres humanos hemos hecho de la casi totalidad de lo que utilizamos para nuestra subsistencia, algo desechable, hasta hacer parecer que la propia vida se convierte en reciclable y por lo tanto en algo sin importancia, a pesar de los grandes ejemplos de creatividad e inteligencia que muchos han legado a la sociedad, desde la prehistoria hasta esta época de avances tecnológicos sorprendentes.
Si nos reunimos con los amigos para celebrar algún acontecimiento, evento, el resultado de un partido del deporte que sea, o el análisis de algún asunto trascendente, es seguro que habrá un momento al final, para el descanso, para los comentarios y como producto de estos instantes de “sano esparcimiento”, comúnmente habrán de desecharse los materiales utilizados para ello, tales como: envases de refresco, vasos de unisel, servilletas, restos de alimentos, etc., que habrán de agregarse a la ya de por sí excesiva basura que abunda hasta en las localidades más pequeñas de nuestro planeta (ya que hasta en éstas el uso de dichos materiales ha ido en constante aumento).
Pero si el asunto es más formal e incluye degustar algún platillo o brindar por el encuentro, por los resultados obtenidos en cualquier situación, o por la razón que sea, sin duda el basurero generado será mayor y obviamente, al igual que en el ejemplo anterior, incluirá los restos de los alimentos y bebidas utilizadas.
Algo similar ocurre con los desechos propios de la naturaleza humana, pañales desechables, papel higiénico, toallas sanitarias, etc., que sin negar la utilidad que brindan, la higiene que protegen y la comodidad por su uso, de igual forma se convierten en artículos cuyo uso efímero los hace ser una fuente creciente de la contaminación del suelo, el aire y el agua, en este caso, con la consabida contaminación de los mantos freáticos y el aumento de las enfermedades por el uso de agua contaminada.
Sin embargo, no es intención del presente escrito, ahondar en el asunto de la contaminación, que si bien es cierto que es preocupante, que va en aumento y que reclama de la participación de todos para la búsqueda de soluciones, será otro el momento en que nos ocupemos de ello.
No, aquí sólo se trata de echar un vistazo a lo que en la ideología del mexicano (y seguramente en la de los individuos de otras nacionalidades) sucede con todo aquello que se usa y se tira, con todo aquello que es desechable; es decir, para usar solo una vez; que tiene implicaciones psicológicas, debido a los hábitos de consumo que generan y a la costumbre de pensar que mucho de lo que usamos es pasajero.
En la alimentación de los pueblos existe una gran diferencia, determinada por la posesión o carencia de recursos. No obstante, sin importar el estrato social de las personas, desde los niveles más pobres, hasta los niveles sociales más altos, se generan muchos productos de desecho.
En cuanto a esto que se convierte en desechable, puedo mencionar también lo que sucede con algunos artículos de uso humano como la ropa, que derivada de la idea de estar a la moda, pasa a formar parte de aquello que usamos y desechamos o cuando menos, después de las primeras veces de uso, utilizamos con menos frecuencia.
Para los estratos más favorecidos, el uso de los autos y su constante cambio por modelos más recientes, también puede asociarse a esta idea de que lo que usamos solo nos sirve cierto tiempo.
Asimismo, en el caso de los jóvenes de hoy, si se trata de las chicas por ejemplo (o los chicos, para el caso da lo mismo), es común observar que las relaciones en pareja duran cada vez menos, que constantemente hay cambio de pareja y no es descabellado asociar estas actitudes a la idea de lo desechable, aunque en este caso es crítico porque no se trata de objetos sino de personas.
Además diré que lo más grave del asunto es que pareciera que hasta las ideas o las formas de pensar se convierten en desechables, como en el ejemplo de la moda que acabo de mencionar. En el caso de estas formas de pensar, aquí las actitudes que asumen las personas, como en el caso de su participación en asuntos políticos, son muestra de que hay muchos que cambian constantemente, que van de una ideología o partido a otro de manera constante, sin la menor preocupación por algo que debiera caracterizar a todos: la dignidad.
Así es que en síntesis, respecto de estas reflexiones, quiero plantear las siguientes interrogantes:
¿Será natural o normal que actuemos de esta forma?
¿O esta manera de actuar es determinada por nuestra naturaleza humana que incide en el comportamiento en, con, y hacia lo que cotidianamente hacemos?
¿O es acaso una cualidad del ser humano, por la génesis y la dialéctica de las sociedades (origen y cambio constante)?
¿O es producto de la formación de las personas, en que el estado, la sociedad, la familia y la escuela tienen una gran responsabilidad?
Estas preguntas quedan en el aire esperando ser contestadas.
Finalmente quiero mencionar que me parece que incluso desde la cosmovisión de la gente indígena, hasta la manera de pensar de quienes viven en contextos urbanos o más favorecidos, hay indicios de que el consumismo que hemos aprendido muy bien, gracias a la influencia de los medios de comunicación y a las formas de vida enajenantes, que nos llevan a querer parecernos más a los otros, que ser nosotros mismos, con nuestros defectos y virtudes, pero al fin y al cabo nosotros mismos; nos ha transformado hasta el punto tal de considerar desechable mucho de aquello que tenemos y utilizamos.
Y esto merece ser transformado, sólo de esa forma nuestra vida y nuestras acciones, serán el ejemplo que permita a nuestros hijos tener una vida mejor y establecer en el futuro cercano, una sociedad más consciente y responsable.
RHO